martes, 13 de octubre de 2015

El Mensaje Reencontrado - LIBRO XV


LIBRO XV

Los cerrojos de la tierra estaban
echados sobre mí para siempre, y habéis
hecho subir de nuevo mi vida de la fosa,
IEVÉ mi Dios.
JONÁS

Cuando los hombres resuciten, la tierra
se volverá blanca, unida y pura.
CORÁN

NUÉE REVIT
 LA SALIDA
1. Un trabajador, un inútil, un campesino,
un vagabundo, un comerciante, un pobre,
un pensador, un sencillo, un creyente y un
impío son los primeros que han leído y
amado el Libro. ¡Oh, irrisión para los
sabios, para los letrados y para los
religiosos oficiales que no lo han recibido!
1'. ¡Cuán original y simple es la vía de
Dios, cuán secreta y expuesta a la vista de
todos, sin embargo, cuán noble y común
es! ¿Quién asirá ahora el sentido primero y
último de la palabra inspirada?
2. Este se intitula fundador de una religión
y ni tan sólo entiende la de sus padres.
Aquel se nombra sabio y no sabe sembrar
ni cosechar. El otro toma el título de sabio
e ignora cómo subsiste y por qué muere.
2'. El Señor ya no se deja oír ni se
manifiesta en nosotros porque nos
ocupamos demasiado de nosotros mismos
y no lo bastante de Dios.
3. Hay quien dice ser religioso y santo
porque lleva un hábito, como hay quien se
proclama inteligente y valiente porque
ostenta un diploma o una medalla.
3'. El reino del Señor vendrá cuando la
simiente de Dios cubra toda la tierra, y
nadie llegará a Dios si no pasa por la
criatura de Dios, que es la creación
excelente del Señor.
4. Cuando comentemos una Escritura
santa, un rito o un símbolo, añadamos para
los oyentes y para nosotros mismos: «He
aquí una de las numerosas interpretaciones
de la verdad Una. Dios es el único dueño
de la vestidura y de la desnudez».
4'. El que oye, ve, huele, saborea y palpa
la verdad sin velos no puede sino callar y
adorar en el Único Esplendor. Este bien
puede parecer insensato ante todos, ya que
es el único instruido ante Dios.
5. El Amén es el verbo de
Dios manifestado, la derecha del
Todopoderoso, el ejecutor de los juicios
del Justo. No discute, actúa. ¡Ay de los
que no lo hayan reconocido y recibido en
el tiempo señalado!, pues el día del juicio
general serán barridos como el polvo es
arrastrado por la tempestad del
equinoccio.
5'. Las religiones bien pueden llegar a
confundirse con las morales muertas, y las
iniciaciones santas parecer mascaradas; la
ciencia de Dios renacerá siempre de sus
cenizas enfriadas y los guardianes de
necrópolis volverán a dar paso a los
constructores de vida. Es la ley de la
renovación de todas las cosas.
6. Dios es el creador eminente y el
ordenador excelente. Esboza su obra con
un toque luminoso y la termina con una
arquitectura imperecedera. Él es único,
ciertamente.
6'. Ha comenzado su obra como quien
juega y la termina mostrando su
excelencia y su perfección sobre todas las
obras del mundo. El día del juicio, el
esplendor estará sobre sus santos, pero los
burlones serán sumergidos en la
consternación y arrojados a la anarquía de
la muerte.
7. Por eso, los profetas y los Sabios que
se glorifican en Dios se consideran
personalmente incapaces e ininteligentes
ante el Señor, pues creen, oyen, ven,
palpan y saborean verdaderamente la
única luz. ¡Sólo ellos!
7'. ¡Oh, momento cruel en que una parcela
de nosotros mismos va a pudrirse en la
nada! Pero el Señor es misericordioso,
pospone su juicio y perdona nuestras
almas extraviadas, cuando nuestros
corazones de piedra se abren a su gracia
activa y a su amor transformante
.
7". Los Sabios y los santos que poseen a
Dios en sí mismos volverán a salir
indemnes de la nube ardiente, pues el
Señor Dios, que es la esencia del fuego,
es incombustible. Los malvados serán
reducidos a cenizas y servirán de abono
para la nueva plantación de Dios.

8. No nos tomemos la justicia por nuestra
mano, pues perderíamos el beneficio
de nuestras pruebas y borraríamos la
iniquidad del malvado. Remitámonos al
juicio del Señor, que sabe discernir las
intenciones profundas y los fines lejanos.
8'. La buena voluntad en Dios es lo que
nos salva de la muerte y la buena voluntad
en nosotros mismos es lo que nos precipita
en ella. En efecto, si bien ambas son
ciegas, la primera, sin embargo, es guiada
y se vuelve receptiva y organizadora,
mientras que la segunda es errante y se
vuelve anárquica y destructora.
9. Bendigamos al extraviado y al rebelde a
fin de beneficiarnos de su conversión
siempre posible.
«Si matamos a los malvados, ¿cómo
haremos luego para convertirlos? Y si los
malvados nos matan, ¿cómo harán para ser
salvados?»
9'. Creemos arreglárnoslas con el mal
y siempre es el mal quien nos arregla.
Creemos pactar con la muerte, pero
siempre es la muerte quien nos sorprende.

10. Ejercitémonos en soltar las pequeñas
cosas, a fin de que cuando las grandes
nos dejen permanezcamos serenos, pues
seremos ricos en Dios.
10'. Dios satisface preferentemente la
enormidad de la petición de sus Hijos
porque está más acorde con su
magnanimidad y con su omnipotencia.
11. Esta ha sido una compañera valiente y
abnegada, después se ha vuelto rebelde y
ciega, pues ha juzgado el Libro como
algo inútil sin haberlo abierto jamás.
Finalmente, ha aceptado la vía de Dios por
amor a nosotros.
«¿No somos todos estúpidos ante la
verdad de Dios que nos ciega?»
11'. No nos prevalgamos ni de nuestra
salud, ni de nuestra inteligencia, ni de
nuestro saber, ni de nuestra belleza, ni de
nuestra fortuna, ni de nuestro trabajo, ni
de nuestra familia, pues son préstamos
consentidos por Dios que la desgracia y la
muerte transforman rápidamente en humo
y pronto se convierten en cenizas.
12. En efecto, no conocemos los ángeles
que él suscita para guardar nuestras vías,
ni los demonios que él autoriza para
probar nuestros corazones. Dios libera
a los que siguen su vía sin rebeldía
y perdona a los que se arrepienten
sinceramente.
A él pertenecen el juicio y la gloria.
12'. Prevalgámonos más bien de nuestra fe
en Dios y en su omnipotencia, que nos
devolverá la vida eterna y pura si se nos
encuentra tal como debemos ser, es decir,
fieles, puros, sencillos y amantes.
13. Un joven ignorante tiende
naturalmente a despreciar todo lo que
parece débil, viejo, abandonado y muerto
en el mundo, y su ceguera es excusable.
13'. Cuando tomemos conciencia del
paso difícil que nos espera, reformaremos
nuestros pensamientos, nuestros juicios y
nuestros actos y ya no jugaremos a imitar
al histrión entre los insensatos.
14. Pero un anciano instruido que no
reconoce la Providencia y la ciencia de
Dios en acción en el Universo y en su
corazón, es tan estúpido como un tocón
petrificado.
14'. Haz, Señor, que nuestros ojos y
nuestros oídos se abran antes del
comienzo del fin o, por lo menos, antes
del fin del fin.
15. Dios no nos obliga a rechazar
a nuestros padres, nuestras mujeres,
nuestros hijos, nuestros amigos y nuestros
bienes para agradarle. Pide que no nos
apeguemos ciegamente a las cosas
pasajeras de este mundo a fin de que
no seamos engañados ni desgarrados
cruelmente el día de la separación; pues la
verdadera pobreza es en espíritu y la
verdadera riqueza está solamente en Dios.
15'. Dios no exige que violentemos nuestra
naturaleza ni la de los demás seres para
serle agradables. Al contrario, pide que la
depuremos, que la decantemos y que la
maduremos suavemente a fin de que él sea
manifestado en nosotros plenamente.
Ni la represión violenta ni el trabajo
forzado cuentan para la salvación, sino
más bien la atención despierta y la
búsqueda perseverante.
16. Sin embargo, nadie puede ser juzgado
culpable por abandonar el mundo para ir a
su Señor, pues es lo que tendremos que
hacer todos al final.
16'. Al igual que la gente del mundo, los
santos olvidan lo que poseen y deploran lo
que no tienen, pero no se trata de las
mismas cosas.
17. El Sabio y el santo concentran toda
su atención en la búsqueda de Dios y
están como ausentes de las ocupaciones
comunes de los hombres.
17'. Lo que os parece vacío nos parece
lleno y lo que os parece lleno nos parece
vacío. Pues el mundo está como vuelto al
revés para los que ven lo de dentro de los
seres y de las cosas.
18. Si pudiéramos leer el Libro al
descubierto nos llenaríamos de espanto y
quedaríamos clavados de estupor, después
correríamos a esconderlo en la tumba por
temor a que los impíos abusaran del divino
misterio y profanaran la luz de Dios para
siempre. Pero justamente el Señor ha
previsto esto, pues él es Sabio entre los
Sabios.
18'. Muchos libros geniales contienen la
sabiduría de los hombres, pero ¿cuántos
encierran la sabiduría de Dios? Muchos
hombres balbucean las Escrituras santas o
hacen de ellas comentarios ciegos, pero
¿cuántos oyen directamente la palabra de
Dios? ¿Cuántos la transcriben claramente?
Y ¿cuántos la experimentan en su corazón
aquí abajo?
19. Así, los sabios y los inteligentes,
los astutos y los codiciosos permanecen
estúpidos ante la cerradura y la llave sin
poder abrir nada. Fijémonos cómo después
aparentan denigrar o ridiculizar lo que no
han podido robar o violentar.
19'. «Dios busca locos para hacer de ellos
Sabios. Se burla de la gente razonable. He
aquí lo que no gusta a todos».
No son conferenciantes sabios lo que
necesitamos, sino profetas llenos del Santo
Espíritu.
20. La moral es una barrera y la ascesis es
un parapeto. La ley es un dique y los ritos
son una guía. Los sacramentos son un
memento, los símbolos son imágenes
elocuentes y los libros santos enseñan la
vía, pero la ciencia de Dios lo anula todo
porque lo supera todo.
20'. Cada vez que hemos leído el Libro,
hemos aprendido a comportarnos en Dios
y nos hemos acordado de la vía del Señor.
Entonces, hemos bendecido su sagrado
Nombre y hemos adorado su Persona
santa, oculta en la luz del comienzo y del
fin.
21. Sin embargo, ¿quién será tan ignorante
como para despreciar los peldaños que nos
hacen acceder al tabernáculo del Señor de
vida?
21'. ¿Cuánto más aprenderán los que leen
el Libro y no lo han escrito?
22. Si Dios abandonara a sus hijos, peor
para Dios y para nosotros, pero el Señor
no es ni olvidadizo para consigo mismo ni
ingrato con los suyos.
22'. ¡Ah, cuán cerca de Dios están los
poetas, los pobres y los sencillos, y cuánto
ignoran su proximidad!
23. Por eso, en este mundo mezclado
debemos tener esperanza en él, a pesar de
debemos tener esperanza en él, a pesar de
las apariencias, hasta el día del balance de
cuentas y de la eliminación de la muerte.
23'. Los pies de la humanidad aún están
sanos, pero la cabeza está podrida y ciega.
Así pues, hay que sembrar lo que está
abajo a fin de que lo que está arriba sea
curado y renovado, como antiguamente lo
que estaba abajo fue salvado y blanqueado
por lo que brillaba arriba en la pureza.
24. Todo lo que Cristo ha dicho sobre los
fariseos sigue siendo cierto para la
mayoría de los creyentes actuales. ¡Oh,
irrisión! ¡Oh, crueldad! ¡Oh, penitencia!
«¡Oh, irrisión!». Hemos rechazado el
secreto de la ciencia de Dios y ahora
henos aquí adorando la ciencia de Satán
por temor a parecer atrasados. Nos hemos
reservado el sacramento del conocimiento
y, desde entonces, nos hemos vuelto
ciegos y sordos a la voluntad de Dios.
Conciliamos con la muerte y transigimos
con el mal por dinero, y odiamos a los que
lo denuncian y no se acomodan a ello.
24'. «¡Oh, penitencia!»
Ahora, volveremos a entrar en el polvo y
acabaremos como hemos empezado,
escondiéndonos bajo tierra, en las tumbas,
en los sótanos y en las canteras
abandonadas; y volveremos a ser un
pequeño número ante Dios, pues los
mediocres y los cobardes nos habrán
abandonado como las ramas muertas que
la tempestad arranca. Cuando el jefe haya
atravesado el agua, sabremos que el
tiempo de la penitencia va a empezar para
nosotros. Cuatro cifras bastarán para
enumerar a los supervivientes del fin, pero
seremos como una simiente santa que
producirá un magnífico fruto ante el
Señor.
25. «¡Oh, crueldad!». Nos hemos apartado
de los sencillos y de los pobres, y éstos
incluso han olvidado el Nombre de Dios.
Hemos rechazado a los Sabios y a los
santos, y nuestra ciencia y nuestra fe se
han volatilizado en discursos razonables.
Hemos izado las banderas de las naciones
sobre la casa de Dios mientras los pueblos
se degollaban, y llevamos orgullosamente
las condecoraciones del homicidio.
Consideremos de donde viene el aviso: de
un hombre desconocido pero amado, de un
pobre pero colmado, de un laico pero
religado.
25'. El Libro de la altura y de la
profundidad es lo que nos unirá en un solo
cuerpo ante el Perfecto, pues un resto de
cada fe y de cada creencia se reconocerá
en Dios y se fusionará en el amor por el
acercamiento a la única raíz, y el hombre
del agua y del fuego será nuestro guía y
nuestro salvador, pues la vía de Dios, que
es la suya, también será la nuestra en aquel
día.
Entonces, el antiguo tocón reflorecerá
secretamente y manifestará su fruto santo
en un mundo reconciliado.
26. Reconozcamos el amor y el humor del
Señor que así nos vuelve a llamar al orden
santo que ha instituido para sus amigos y
para sus discípulos. Pues no nos salvará el
oro, ni la diplomacia ni los aliados, ni los
gemidos, sino más bien nuestra fe, nuestra
esperanza y nuestra caridad en acción y,
por encima de todo, el conocimiento de la
Omnipotencia de Dios que retira de la
muerte.
¿Comprenderemos por fin?
26'. Los malvados verán la beatitud de
los santos y eso constituirá su mayor
tormento, pues entonces, sin esperanza, el
amor estará detrás de ellos, en vez de estar
delante como lo está todavía ahora con la
esperanza.
«La inocencia reencontrada puede
contemplarlo todo, pues sólo ella no se
extraña de nada, no juzga ni profana
nada».
27. La rebelión del rebelde es su fracaso,
que le ha endurecido en vez de instruirle.
27'. La salvaguardia del Sabio es huir
de las asambleas de los hombres y
complacerse en la soledad de Dios.
28. La crueldad del malvado es su
sufrimiento, que le ha cerrado en vez de
abrirle.
28'. La santificación del santo es dar en la
indigencia y bendecir en el sufrimiento.
29. El infierno de todos es negarse a
cumplir benévolamente el pacto que
hemos firmado con la muerte.
29'. La fe del creyente es borrar la
desolación de la muerte a fuerza de tener
esperanza en la resurrección y en la alegría
de la vida nueva.
30. Si consideráramos primero el mal
aparente u oculto que corroe a cada ser
aquí abajo, estaríamos más atentos a sus
quejas, seríamos más pacientes con sus
gritos, más compasivos con sus
debilidades y más caritativos con sus
dolores.
30'. Si pensáramos primero en la luz del
Señor soterrada en el fondo de cada
ser, soportaríamos con más facilidad
las contradicciones y la ceguera de
sus tinieblas exteriores, y estaríamos
confundidos por nuestro propio
oscurecimiento interior.
31. Carecemos de méritos, como niños
pequeños que sólo pueden contar con el
amor de sus padres para el mantenimiento
de su vida. ¿Se manda a los niños
pequeños al trabajo o a la guerra? ¿Se les
lleva ante los tribunales o a la cárcel? ¿Se
les condena a la tortura o a la muerte? ¿No
se les guarda más bien, cuidadosamente,
en el seno familiar para los juegos, para la
alegría, para el amor y para la vida futura?
31'. ¿A qué cumbre y a qué profundidad
no puede esperar llegar el rebelde que se
somete a Dios?
- ¿A qué recompensa y a qué don no
puede aspirar el indigente que se da al
Señor?
- ¿A qué consuelo y a qué dulzura no
está prometido el violento que busca la
paz del Único?
- ¿A qué bendición y a qué unión no está
destinado el abandonado que tiene
esperanza en el amor del Perfecto?
32. Imaginemos cómo estarán nuestros
contradictores y nuestros enemigos dentro
de poco, es decir, como muertos: así ya no
sentiremos por ellos resentimiento ni odio,
ya que por los muertos sólo se puede rezar
esperando el tiempo de su resurrección y
de su iluminación.
32'. Son tan ignorantes como los que piden
dinero para explicar la palabra que no
entienden. Por lo menos, estos últimos
transmiten, sin saberlo, la ciencia a los
hijos de Dios, que saben reconocerla
siempre idéntica a sí misma entre todas las
Escrituras santas.

33. Nuestros dones convienen más a la
búsqueda de Dios que a la conquista del
mundo, pues lo que viene del Único debe
ir al Único, como lo que viene del mundo
debe volver al mundo.
33'. No nos matemos en el trabajo ni en el
placer, matémonos más bien en buscar a
Dios y su salvación, que están en la vida
eterna, evidente y oculta.
34. Los fracasos en el mundo son la
salvaguardia de los benditos de Dios, a fin
de que no sean distraídos de la búsqueda
del Perfecto y que no deban nada a nadie
aquí abajo, sino que, al contrario, los
hombres les sean deudores por la
revelación del amor y del conocimiento de
Dios.
34'. Los santos que actualmente son
ignorados o rechazados, después serán
conocidos y buscados, pues aunque el
mundo los trata como nulidades y como
una nada, serán establecidos dueños por
Dios sobre los que les han desconocido y
sobre su descendencia. «Es la justicia del
Señor que nadie puede falsear».
35. Todos se agotan y nadie reposa.
Todos se precipitan y nadie llega.
Todos amontonan y nadie aprovecha.
Todos se esfuerzan y nadie obtiene.
Todos se inquietan y nadie ve.
Todos explican y nadie entiende.
Todos predican y nadie practica.
Todos luchan por la vida y nadie salva la
suya.
35'. Si nos sentimos débiles: socorramos.
Si nos sentimos rechazados: acojamos.
Si nos consideramos pobres: demos.
Si sufrimos: aliviemos.
Si estamos desconsolados:
reconfortemos.
Si somos odiados: bendigamos.
Si somos tentados: recemos.
Si estamos solos: alabemos a Dios.
36. ¿Dónde está el inteligente que lo
espera todo de Dios y nada del mundo?
¿Dónde está el labrador? ¿Dónde está el
segador? ¿Dónde está el colmado por
Dios?
- ¡Allí donde germina la luz del
Perfecto!
36'. ¿Dónde está el Amante? ¿Dónde está
el Amado? ¿Dónde está el Amén?
- ¡En nuestro corazón de piedra, de
donde debemos extraerlo y manifestarlo
claramente!
37. No esperemos ser abatidos por la
desgracia, el sufrimiento o la muerte para
acordarnos del Dios de nuestra infancia y
para hablarle sin testigos ni reserva.
37'. Cada cual realiza aquí abajo un
trabajo útil o agradable a los hombres y a
sí mismo, pero ¿cuál es el que pone mano
en secreto en la obra de Dios?
38. Nuestros trabajos más útiles y
admirables no valdrán nada el día
del juicio. Sólo el amor de Dios, la
observancia de su ley y la práctica de su
vía nos abrirán las puertas de la vida sin
mezcla.
38'. La inteligencia y la razón humana son
humildes servidoras que jamás deben
usurpar el puesto de la inspiración y del
amor, que son los dueños de la casa de
Dios.
39. Si pudiéramos contemplarnos después
de haber meditado el Libro, estaríamos
sorprendidos ante nuestro propio
espectáculo. En este caso, ¿cómo no han
de estar turbados los demás por estas
mismas apariencias? Así, únicamente el
Espíritu de Dios es quien desenreda, en
nosotros y en el mundo, la verdad de la
mentira, y es por esa razón que debemos
pedir con insistencia la luz que nos
alumbraba al comienzo y que nos
iluminará al final.
39'. Las apariencias de este mundo son
extrañamente engañosas y turban a los
más sagaces, así como extravían a los
mejor preparados. Por eso, es preferible
reservar nuestro juicio hasta el tiempo en
que todas las cosas y todos los seres se nos
manifiesten sin velos ni disfraces.
«Muchos lo critican todo y propagan el
desánimo y el odio. Muy pocos consuelan
y ofrecen su ayuda y su amor».
40. ¿Quién podría creer, sin haberlo visto,
que un gusano despreciable y oscuro
se transforma en una mariposa
resplandeciente de luz?
40'. Huyamos de los malvados que
engendran el mal, lo alimentan en sí
mismos y lo propagan en los demás; y
busquemos el consejo de los que no tienen
intereses en el mundo ni pasiones en el
corazón.
41. La luz que encubre al Señor es como
la vestidura y como la sombra luminosa
del Perfecto, de la que debemos ser
cubiertos si somos encontrados sencillos,
fieles, amantes y puros como en el último
día de la creación y como en el primer
tiempo de nuestra vida nueva.
41'. Una vez, diez veces, cien veces, el
Libro no nos dirá nada, pero creamos que
a la milésima vez nos hablará un poco y
que, al final, nos aparecerá demasiado
claro y evidente, es decir, imprudente en
exceso.
41". Así, si el Libro nos fuera pesado por
el peso de nuestro oro, si nos fuera
contado por el número de nuestros días y
si nos fuera medido a la medida1 de
nuestra sangre, aún sería poca cosa
respecto al don del Señor.
42. El que mide su debilidad en este
mundo y su fuerza en Dios, ya no se
considera gran cosa aquí abajo.
42'. ¿Qué puede ofrecer el mundo a aquel
que Dios ya ha provisto de su amor, a
aquel que sigue su vía, a aquel que realiza
su obra?
43. Dios no se alegra de nuestra agonía ni
de nuestra muerte en este mundo. Por
eso nos propone la vida liberada del
sufrimiento y de la muerte para siempre.
43'. Si los Libros santos son tan bellos y
profundos es porque reflejan directamente
el esplendor de la luz divina y nos hablan
del misterio insondable de la obra de Dios.
44. La secreta revelación de Dios es lo que
nos hace volver a entrar en el polvo y, al
mismo tiempo, nos ilumina.
Así, el que reconoce a su Señor se
vuelve humilde entre los humildes, sin
embargo, resplandece como la luna que
refleja la luz del sol.
44'. Quien tiene plena conciencia de su
falta ante Dios es, precisamente, el que
más se esfuerza en borrarla.
- ¿Cuál será, pues, el remordimiento del
que se ha olvidado en el mundo cuando la
hora solemne e imprevista suene para él?

1. Variante «por la cantidad», en vez de «a la medida».

45. Un trabajo largo y solitario, la
indiferencia o la desconfianza de todos,
los rechazos, la hostilidad, la pobreza, el
silencio y la soledad por compañeros.
- Tal es la obra santa ofrecida a los
muertos, tal es el salario de los muertos
que no la reciben.
45'. En realidad, no es el anfitrión quien
será privado, sino los convidados que se
abstienen voluntariamente.
- En cuanto al encargado de anunciar el
festín de la unión santa, se beneficiará con
sus amigos de la parte de los ausentes.
46. Pero ¿qué importancia tiene esto para
el que tiene la visión de la promesa
asombrosa del Perfecto? Pues su progenie
será como las estrellas en el cielo y sus
hijos poblarán la tierra santa.
46'. Su lote será formidable y como
absurdo, pues entonces fuera habrá
hambre, sufrimiento, desespero y muerte,
y nadie podrá cerrar la puerta del infierno
y nadie podrá abrir la puerta del cielo.
47. Para los que no perciben nada
más allá de sus sentidos exteriores, es
aparentemente lógico negar la salvación
de Dios y preconizar la salvación del
hombre por el trabajo del hombre.
«¡Pobre trabajo, pobre salvación, sabor
anticipado del infierno!»
47'. ¿Cómo condenar a los que no oyen la
verdad del Señor, cuando nos han sido
precisos tantos esfuerzos para penetrar en
el templo de Dios y tanto tiempo para
descubrir su corazón viviente?
48. No digamos ahora: «Si hubiésemos
conocido el Libro, lo habríamos honrado y
dado a conocer a nuestro entorno», pues
muchos han leído y casi todos se han
abstenido.
48'. Sembremos el Libro como sembramos
nuestros corazones a fin de que la simiente
de Dios sea multiplicada en el mundo y
que el reino del Perfecto sea así
adelantado para todos.
49. Demos más bien gracias a Dios de no
ser tentados por una apariencia común,
pues el que escribe no es nada, pero el que
dicta lo es todo.
49'. Basta con que el labrador labre,
pues Dios es quien siembra, riega, hace
germinar, florecer, fructificar y quien
multiplica la simiente.
50. Ninguna palabra de una santa Escritura
contradice de hecho la palabra de otra
santa Escritura. Así, Dios aparece múltiple
en personas, pero, sin embargo, es único
en acto y en reposo, ya que es el Ser por
excelencia, es decir, el Primero y el
Último en todo.
50'. Por lo tanto, debemos conocer todas
las Escrituras santas y estudiarlas hasta
que hayamos descubierto la identidad
primera y última de la palabra inspirada.
«Pensar en Dios y meditar sobre su
creación es rezar y alabar a Dios».
51. En seguida es cuando debemos dejar
de hacernos nuevos enemigos, y ahora
es cuando debemos reconciliarnos con
nuestros antiguos enemigos. En seguida es
cuando debemos cuidar y ayudar a todos
los seres de la creación. Ahora es cuando
debemos colmar el déficit enorme de
nuestros actos de amor para con el
Creador y las criaturas.
«Observemos que lo que nos pasa es
precisamente lo que deseamos a los demás
o lo que les hacemos padecer».
51'. Los impíos se han hecho cargo de la
doctrina de fraternidad que los creyentes
han rechazado, y ahora todos se combaten
en vez de convertirse, ya sea a la paciencia
y a la dulzura para unos, ya sea a la
humildad y a la generosidad para otros; es
decir, al amor de Dios para todo el mundo.
Cuando muchos estén heridos, despojados
y reducidos a nada, ¿los supervivientes
reconocerán, quizá, la sabiduría de la ley
de Dios y la salvaguardia de su vía santa?
Habiéndolo perdido todo, ¿no tendrán
quizás entonces ni codicia ni odio?
52. ¿Alguna vez los pobres, los sencillos,
los poetas, los artistas y los santos
verdaderos han maldecido y exterminado a
sus semejantes en nombre de las
Escrituras santas, o de la caridad, o del
amor, o de la belleza, o en nombre de Dios
y de su justicia?
52'. Los que ayudan secretamente a su
prójimo en pensamiento y en acto reciben
sin demora la inspiración de Dios y el
socorro de los humanos, pero a menudo no
los perciben.
53. «Los sectarios, los torturadores y los
criminales no son de Dios, ciertamente».
53'. ¿Cómo disputar con el mundo y oír la
voz del Señor en uno mismo o darse
cuenta de la oportunidad que se presenta?
54. Celebrando los misterios de Dios en
un lenguaje muerto, ¿acaso podemos
extrañarnos de no ser oídos por los
creyentes y de no ser escuchados por los
sencillos? Quizás esto deje ahora
indiferentes a los pastores y a los rebaños.
54'. Se precisa todo un equipo para
escribir un libro sobre Satán, y los
curiosos se precipitan y admiran. Se
precisa un solo creyente para escribir un
Libro sobre Dios, y nadie se mueve ni dice
una palabra.
«¡Oh, cuán idiotas se han vuelto los
inteligentes a fuerza de inteligencia!»
55. ¿Por qué los que hacen alarde de
enseñar la ley de Dios, de trasmitir su
palabra, incluso de hablar en su nombre o
de representarle aquí abajo, ignoran los
colaboradores que no son de su bando?
¿Por qué rechazan a los creyentes pobres o
independientes? ¿Por qué tratan a sus
colegas que predican el Único Dios
como competidores y a sus fieles como
indeseables? Sin embargo, Dios mismo
juzga nuestros corazones y no nuestras
situaciones y pertenencias.
«¡Benditos sean los santos sacerdotes
que predican la salvación de Dios del fin
de los tiempos; pero colmados sean
los Sabios sacerdotes que enseñan la
liberación de Dios desde este tiempo de
exilio!»
55'. ¿Quién de entre nosotros puede opinar
sobre la obra de Dios y cuántos conocen
su vía oculta? ¿Quién de entre nosotros
puede prejuzgar la elección y la decisión
del Señor? Nos hemos vuelto como ciegos
que se pelean por moneda falsa y como
sordos que se injurian por harapos. ¡Ay!,
los que hemos abandonado y olvidado
estúpidamente nos pondrán de acuerdo.
Los incrédulos nos reconducirán a la
humildad de nuestra condición de
exiliados, pues vamos a ser tumbados en
la muerte, sin distinción ni perdón,
amontonados como caza muerta,
dispersados como la paja del grano,
echados a la fosa como la carne
deteriorada.
56. ¿Quién, pues, de entre ésos aconseja al
Señor sobre la elección de sus enviados,
de sus inspirados, de sus elegidos, de sus
santos y de sus Sabios?
«Debemos convertirnos, es decir,
volvernos, y en lugar de mirar lo de fuera
donde se dispersa el pasado, contemplar lo
de dentro donde reposa el eterno Presente
de la vida».
56'. Entonces, ya no habrá más
discusiones sutiles, ni prioridades
irrisorias, ni salarios de hombres, ni
sabios, ni sermoneadores. Sólo montones
de huesos humildes y anónimos y el
silencio elocuente de las mandíbulas
abiertas de la muerte.
¿Comprenderemos entonces?
57. ¡Oh, Señor! ¿Cuántos oyen tu voz?
¿Cuántos reciben tu aguacero
vivificante?
¿Cuántos entreabren su corazón de
piedra?
¿Cuántos fructifican ante ti?
¿Cuántos alcanzan tu tierra prometida?
¿Cuántos multiplican en ti?
¿Cuántos recogen tu cosecha?
¿Cuántos revisten tu vida? ¡Oh, Señor!
«No respondas ahora, a fin de que el
estupor y el desespero no nos tiren al suelo
irremediablemente».
57'. Vayamos a los que lloran y no a los
que se alegran.
Vayamos a los humildes y no a los
poderosos.
Vayamos a los que sufren y no a los que
dominan
Vayamos a los que se pierden y no a los
que se salvan.
Vayamos a los desprovistos y no a los
que rebosan.
Vayamos a la simiente y no al fruto
seco.
Vayamos a la tierra santa y no al oro
falso.
Vayamos a la muerte a fin de salvar
nuestra vida.
58. Todo eso es difícil y casi superior a
nuestras fuerzas, pero al menos hagamos
algo por la comunión santa del amor, y por
muy miserable y lastimoso que esto sea,
que no obstante, permanezca secreto y
gratuito.
58'. El que busca a Dios puede parecer
atormentado y difícil de frecuentar, pero el
que ha encontrado a Dios está sereno y es
paciente con todos los hombres y consigo
mismo, pues ya no abandona la compañía
del Único.
59. Escojamos un oficio de hombre libre
y abandonemos nuestros disfraces.
Oficiemos y prediquemos en la lengua del
país en que nos encontramos. Hagamos de
manera que nada nos distinga ni nos
separe de los creyentes, si no es la virtud y
el ejemplo de la santidad.
59'. Oficiemos y prediquemos en la
casa común a Dios y a los hombres, y
prediquemos y oficiemos en casa de los
creyentes que nos reciban. Aceptemos del
pobre y desconfiemos del rico por nuestro
propio bien, pues los pobres son los que
debemos enriquecer y no los ricos los que
deben corrompernos.

60. Tendamos la mano sólo para nosotros
mismos y no para los demás. Basta con
que señalemos en secreto el desamparo de
un fiel para que todos acudan a socorrerle,
si somos tal como debemos ser, o sea,
santificados por el amor.
- Más vale obedecer sólo a Dios antes
que a los hombres y al mundo, como
hacen muchos ahora.
60'. Basta con que socorran directamente a
los que les designamos en secreto o que
ellos mismos descubran.
- Así pues, no nos alejemos de los
sencillos y de los pobres y no descuidemos
la raíz de los pueblos donde se esconde la
gloria de Dios.
- Esto nos dará la alegría del corazón
que aparece en la fraternidad de los
humildes, los verdaderos hijos de Dios.
61. Seamos, pues, imprudentes y gratuitos
como verdaderos poetas.
- Seamos libres y estemos
despreocupados por nuestras vidas como
verdaderos artistas.
- Seamos sencillos y confiados como
hijos de Dios.
- Seamos buenos y caritativos como el
antiguo samaritano.
- Seamos desapegados y clarividentes
como los antiguos Sabios.
- Estemos atentos y seamos humildes
como ignorantes que se conocen a sí
mismos.
- Estemos seguros y seamos
consoladores como salvados de Dios.
- Seamos inspirados y convincentes
como profetas llenos del Espíritu Santo.
61'. Sembremos, pues, y viviremos en la
abundancia del Señor.
«Hay entre nosotros más dormidos que
muertos, más prudentes que cobardes, más
tímidos que hipócritas».
Despertemos, pues, antes de que la
muerte nos duerma del todo.
Releamos los libros sagrados y
practiquemos la vía santa como
imprudentes y como locos de Dios, pues
estamos aquí para advertir, socorrer,
excusar, consolar, perdonar, y no,
ciertamente, para injuriar, denunciar,
juzgar, condenar ni, sobre todo, ejecutar a
nuestro prójimo.
62. No nos inquietemos demasiado por
cómo viviremos, pues Dios proveerá por
la inspiración y el socorro si se lo pedimos
con confianza, pues él vigila, inspira y
sostiene a sus hijos en todas las ocasiones.
62'. Nuestro Dios es un Dios que se come,
que se bebe, que comunica la vida, la
mantiene, la libera y la restituye en su
primacía admirable. Es un Dios que se da
para salvar en nosotros lo que subsiste de
vida extraviada en la muerte.
63. Él también permite que sean tentados
muy a menudo a fin de que se fortalezcan
en su vía. Así pues, lo mejor es
permanecer en la confianza del Perfecto,
sin hacernos preguntas inútiles sobre el
mundo.
63'. Así, poseyendo en nosotros mismos
las arras de Dios, debemos abrirnos a su
bendición y a su amor para ser liberados
del exilio de la muerte y para ser hechos
uno con el Único.
64. Se aconseja, pues, rezar, alabar y
callar, a la espera de que la revelación se
callar, a la espera de que la revelación se
vuelva clara y perceptible para nosotros,
pues en nuestro corazón es donde reside el
misterio de Dios y él mismo es quien
realiza en nosotros nuestra liberación.
64'. Debemos esperarlo todo de la
siembra, de la germinación y de la
maduración naturales, y debemos temerlo
todo de la coacción, de la impaciencia y de
la violencia de los ignorantes bien
intencionados.
65. Despertémonos con el Libro a fin
de empezar nuestra jornada con un
pensamiento saludable.
- Desplacémonos con la noble
herramienta a fin de obrar útilmente entre
nuestras ocupaciones fútiles.
- Durmámonos con el mensaje a fin de
tenerlo ante los ojos el día del juicio.
65'. Todos verán el juicio de Dios.
- Muchos vivirán de la verdad del Único.
- Un pequeño número habitará el
corazón del Señor.
- Algunos contemplarán la obra secreta
del Perfecto.
- Pero ¿cuántos conocerán el misterio de
los orígenes y de los fines que hacen la
eternidad de las eternidades?
66. Así, podremos verificar punto por
punto la obra prodigiosa del Altísimo, la
verdad de su ley y la excelencia de su vía.
66'. ¡Oh, espanto mortal del secreto
desvelado! ¿Quién resistirá el vértigo del
conocimiento y del amor unidos en Uno?
67. Nos supera la belleza de la obra del
Señor, permanecemos estúpidos ante su
profundidad y estamos mudos ante su
grandeza.
- Algunos se burlan para fingir aplomo,
la mayoría simula ignorarlo a fin de no
descubrir su ceguera. El hoyo que va a
recibirlos ya está entreabierto, pero ni
siquiera esto les instruye.
67'. ¡Cuán admirable es su prudencia y
cuán loca es su audacia!
- ¡Cuán impenetrable es su ciencia y
cómo resplandece su amor!
- ¡Cuán sutil es su gracia y cuán fiel es
su corazón!
- ¡Cuán oscura es su vía y cuán luminosa
es su salvación!
- ¡Cuán misericordiosos son sus golpes y
cuán perfecta es su paz!
68. Rehaz el barro.
68'. Y cuécelo.
69. Buscaremos la obra del Altísimo
como una cosa curiosa y un juego sin
importancia. Luego estudiaremos el
trabajo del Único con una sabia seguridad
y una conciencia agudizada. Finalmente,
estaremos cogidos en la trampa del
Perfecto sin saber cómo se ha producido la
cosa, y estaremos tan pronto pidiendo
socorro en sus tinieblas misteriosas como
también saboreando el reposo de su amor
divino.
69'. Ya no lloraremos de desespero ni de
sufrimiento, lloraremos de alegría y
agradecimiento, y se tratará, sin embargo,
de la misma agua y de la misma sal; pero
el corazón se habrá abierto bajo el
aguacero del Señor, y el espíritu se habrá
iluminado por el milagro de Dios.
70. Pero el Señor es misericordioso con
sus hijos traviesos, les hará ver al final su
salvación y su gloria para que vivan ante
él para siempre.
70'. ¡Oh, qué misteriosa y segura es la vía
del gran Curador, qué poderosa es, qué
transformadora y salvadora es!


70". Por un Sabio juicio de Dios, es como
los brutos y los impíos pisotean las perlas
de su corona, y los astutos y los codiciosos
no pueden verlas en el barro donde están
ocultas aquí abajo.


Todas las cosas se resuelven en fuego y
el fuego se condensa en todas las cosas,
al igual que las mercancías se convierten
en oro y el oro en mercancías.
HERÁCLITO

Todo será juzgado y devorado por el
fuego que sobrevendrá.
HERÁCLITO

*

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