miércoles, 8 de junio de 2011

VIDA Y MUERTE



Vida y muerte

Son muchas nuestras dolencias y muchos son los
sanadores y sus remedios.

Si viéramos todas las enfermedades como una sola,
y a Dios como el único médico que puede curarlas,
podríamos ahorrarnos muchos enojos y muchos
disgustos.

No deja de ser extraño que corramos tras de los
médicos, que también son mortales, y nos olvidemos
de Dios, el médico inmortal, eterno e infalible.

Y aún más extraño es que, aun sabiendo que somos
mortales y que lo más que puede conseguir un tratamiento
es prolongar nuestra vida unos cuantos
días, nos empeñemos afanosamente en buscar a un
médico.

Hemos conocido a Mahadev tanto en su aspecto
físico como en sus escritos, lo que venía a ser lo
mismo. Pero el Mahadev que ha abandonado su
cuerpo es ubicuo: podemos reconocerlo en sus efectos,
en los que igualmente todos podemos tomar
parte.

¿No son la muerte y la vida dos caras de la misma
moneda? En una cara está la muerte; en la otra, el
nacimiento. ¿Por qué tiene que ser ello motivo de
aflicción o de alegría?

Si tal es la verdad, que lo es, acerca del nacimiento
y de la muerte, ¿por qué hemos de temer lo más
mínimo la muerte, o entristecernos al pensar en ella,
y alegrarnos de nuestro nacimiento? Esta pregunta
debería hacérsela todo el mundo.

¿Cómo tenemos que recordar a nuestros queridos
muertos?

Yo estoy firmemente convencido de que no han
muerto, de que es tan sólo el cuerpo el que perece.

Por eso deberíamos conservar su recuerdo de tal
manera que nos apropiáramos de sus virtudes en la
medida de lo posible, haciendo nuestras y fomentando
lo mejor que podamos sus buenas obras.

Las flores sobre la tumba sirven para corroborar ese
recuerdo. Pero darse por satisfechos con la ofrenda
de las flores sería idolatría.

Es muy cierto el aforismo inglés de que «los cobardes
mueren muchas veces antes de su muerte».

Como he dicho a menudo, la muerte significa en
realidad la liberación del dolor y el sufrimiento. El
miedo sólo sirve para aumentar la aflicción y hacer
deplorable la condición del que teme.

¡ Qué peligroso es tratar de evadirse de lo que uno ha
llegado a convertir en norma!

La satisfacción que produce una conducta ordenada
favorece la salud y una larga vida.

Nadie puede actuar sin unas normas sólidas.

Todo el sistema solar saltaría en pedazos si dejaran
de tener vigencia, aunque sólo fuera por un instante,
las leyes que lo gobiernan.

Ésta es una lección válida para todos, grandes y
pequeños.

Debemos aprenderla y actuar en consecuencia, si no
queremos morir en vida.

No deja de ser extraño que quien pretende no temer
a la muerte sea en realidad quien más la teme y
quien intenta eludirla por todos los medios.

¿No es la muerte, en cualquier caso, una liberación
de un sufrimiento excesivo?

¿Por qué, pues, nos lamentamos cuando llega?

Cada minuto que se malgasta está irremediablemente
perdido. Y, aunque lo sabemos, ¡cuánto tiempo
seguimos malgastando...!

La vida es irreal;
sólo la muerte es real y segura.
(Nanak)

Sólo vive realmente aquel en cuyo corazón habita
Dios y es consciente de esa presencia en todo
momento.

La vida se renueva constantemente, día a día.

El ser conscientes de ello debería darnos fuerza.

¿Cómo puede conocer el arte de morir
quien no conoce el arte de vivir?

El pasado nos pertenece, pero nosotros no pertenecemos
al pasado.

Pertenecemos al presente.

Somos quienes preparamos el futuro, pero tampoco
pertenecemos al futuro.

Con el paso del tiempo, todos nos hacemos viejos;
sólo la añoranza permanece siempre joven.

Quien sigue su camino de acuerdo con el ritmo de
la vida, nunca se cansa.


Si sabemos que la muerte se nos puede llevar en
cualquier momento, ¿qué derecho tenemos a dejar
para mañana lo que podemos hacer hoy?

El bien debemos hacerlo en el acto;
el mal debemos aplazarlo una y otra vez.

Muere más gente de tristeza
que por causas naturales.

Muere menos gente por enfermedad
que por miedo a la enfermedad.

Es mejor morir una vez que morir cada día.

Morir y salvarse.

Obtener la inmortalidad en virtud de una cualidad
divina no es nada del otro mundo; sí lo es, en cambio,
cumplir con el deber en la vida diaria.

El hombre se encuentra en las fauces de la muerte.

Cuando las fauces se cierran,
se dice que el hombre ha muerto.


Sería ciertamente reprobable enterrar los restos de
una persona en la misma fosa que el cadáver de un
animal. Pero, a poco que reflexionemos, veremos
claramente que ello da lugar a una situación del
todo pertinente, pues se impone la unidad de todas
las formas de vida.

¿Por qué temer a la muerte
cuando el peligro está en todas partes?

La persona muere cuando se separa de la fuente de
su ser, no cuando el alma abandona el cuerpo.

Un vidente nos ha llamado viajeros. Y es verdad.

Estamos aquí tan sólo para unos pocos días, después
de los cuales no morimos, sino que, simplemente
nos vamos a casa.

¡Qué pensamiento tan hermoso y verdadero!


de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma Gandhi

*

martes, 7 de junio de 2011

DICHA Y AFLICCIÓN



Dicha y aflicción

Nadie se acuesta en un lecho de rosas;
la vida está llena de espinas.

Gozar de la dicha significa
llamar a la desdicha.

La verdadera dicha nace de la aflicción y el dolor.

El dolor es la otra cara del gozo.

Por eso el uno sigue inevitablemente al otro.

Del mismo modo que el gozo y el dolor forman un
par en el que el uno sigue al otro, así también ocurre
en todas las realidades de la vida.

Por eso, si buscamos la verdadera paz del corazón,
tenemos que elevarnos por encima de tales pares de
opuestos.

Dice Nanak: «El ansia de felicidad es una verdadera
enfermedad, cuyo remedio lo constituyen el
dolor y la aflicción».

La felicidad nos rehuye
cuando corremos tras ella.

En realidad, la felicidad viene de dentro.

No es un artículo de consumo que podamos comprar
en cualquier parte.

Cuantas más experiencias acumulo, con tanta
mayor claridad percibo que el ser humano es la
causa tanto de su felicidad como de su desdicha.

¿Por qué hay bondad y maldad, felicidad y miseria?

Dios es y, sin embargo, no es un ser individual. Dios
es a la vez ley y legislador. De donde se sigue que
el ser humano es lo que son sus obras: las buenas
obras le hacen crecer; las malas le disminuyen.

Nuestra dicha y nuestra paz de espíritu se basan en
que hagamos lo que consideramos correcto y adecuado,
no lo que otros dicen o hacen.

La dicha de cumplir calladamente con nuestro deber
no se parece a ninguna otra dicha.

No hay felicidad alguna como la verdad,
y no hay desgracia como la mentira.

Es sorprendente que incluso una persona que sabe
en qué consiste la verdadera felicidad pueda
malgastar inútilmente su vida por el camino de la
mentira.

La verdadera felicidad no consiste en conseguir lo
que a uno le gusta,
sino en esforzarse por sentir afecto por lo que a uno
no le gusta.

La alegría no tiene límites cuando alguien consigue
lo que supera sus propias expectativas.

La risa espontánea, no afectada,
es verdadera elocuencia
y es más eficaz que la palabra.

El ser humano puede reírse de su aflicción:
si llora, no hace más que incrementarla.

Quien hurga en su aflicción la multiplica.

Un sacrificio que provoca dolor
no es sacrificio en absoluto.

El verdadero sacrificio procura alegría y optimismo.

Dice Nanak: «Cuanto más indulgente sea uno consigo
mismo, tanto más infeliz será».

Cuando muere el yo, despierta el alma.

Cuando despierta el alma, desaparece toda aflicción.



de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma Gandhi

* * *

SERENIDAD Y PACIENCIA


Serenidad y paciencia


Nada hay que no pueda alcanzarse con paciencia y
serenidad.

Esta es una experiencia que podemos tener a diario.

¿Qué es la paciencia?

Oigamos lo que dice Shankaracharya*:

«Siéntate a la orilla del mar y vete sacando de él
gotas de agua con el tallo de una hierba. Si tienes
suficiente paciencia y hay cerca de allí un lugar en
el que puedas almacenar las gotas, con el tiempo
conseguirás vaciar el mar».

Shankara: importante filósofo del Vedanta, que vivió hacia el año
800 d.C.

Ésta es la imagen de una paciencia casi perfecta.

Si le has dicho algo a alguien miles de veces, y él
no ha hecho ni caso, tienes que repetírselo una y mil
veces más.

Eso es la paciencia.

«Las personas apresuradas son nerviosas y hacen
mucho ruido; los personas lentas y constantes manifiestan
serenidad y sosiego».

Este es un hecho observable en cualquier momento.

El exceso de actividad y la impaciencia son dos
enfermedades que acortan la vida.

La serenidad de una persona sólo puede ponerse a
prueba en el mundo de los seres humanos, no en las
solitarias alturas del Himalaya.

¿Por qué tiene que inquietarse una persona cuando
no está en condiciones de realizar su trabajo?

¿Qué hay que hacer cuando hay mucho trabajo que
realizar y poco tiempo para realizarlo?

Tener paciencia, hacer lo que se considere más útil
y dejar el resto en manos de Dios.

Si Dios concede la vida, se puede dejar para otro día
lo que no se ha podido concluir hoy.

Cuando se comete una equivocación, me pongo
furioso, lloro, río, siento pesar...

¿No debería, en lugar de ello, conservar la tranquilidad
e intentar corregir el error?

La paz exterior no sirve de nada
sin paz interior.

Quien no conserva la calma en cualesquiera circunstancias,
ciertamente no vive en paz, por mucho
que lo aparente externamente.

No hay percepción sensorial
sin constancia de espíritu.

Si no renunciamos a nuestro ideal,
el ideal jamás renunciará a nosotros.

Cuando falta ánimo para soportarlo todo dócilmente,
la docilidad se convierte en una virtud vacía.

Quien carece de paz y de firmeza
no puede conocer a Dios.

El mar no pierde su calma
por muy violenta que sea la tempestad.

Destruir algo es fácil.

Construir algo requiere gran habilidad y esmero.

Muchas cosas se consiguen con paciencia
y se pierden por causa de la impaciencia.

Las obras, como los granos de trigo,
necesitan su tiempo para dar fruto.

Dulces son los frutos de la paciencia.


de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma Gandhi

* * *

AMOR Y SERVICIO


Amor y servicio


Por muy amenazadora que sea la crisis,
el fuego del amor la superará.

El amor puro ahuyenta todo exceso.

El vínculo del amor será cada vez más fuerte
y, sin embargo, no se percibirá como una atadura.

Se dice, en general, que no hay amor sin temor.

Pero no es cierto.

Donde hay temor no puede haber verdadero amor.

Las tinieblas del egoísmo
son más impenetrables que las tinieblas reales.

Es más fácil atravesar el mar que se extiende entre
los continentes
que salvar el abismo que se abre entre individuos o
entre pueblos.

¿Contra quién podemos abrigar enemistad cuando
el mismo Dios nos dice que él habita en todos los
seres vivos?

Dios no habita ni en el templo
ni en la mezquita.

No está ni dentro ni fuera.

Si realmente está en algún lugar,
es en el hambre y la sed de la gente sencilla.

El ser humano no puede honrar a Dios
y al mismo tiempo despreciar a sus semejantes.

Ambas cosas son inconciliables.

El proceder desinteresadamente es una fuente de
fortaleza, pues con ello, al mismo tiempo, se honra
a Dios.

A una persona hambrienta Dios sólo se le aparece
en forma de pan.

Regalar ropas al desnudo es ofenderlo.

Dale trabajo, a fin de que pueda ganar dinero con
el trabajo de sus manos y comprar la ropa que
necesita.

Es un pecado abrir comedores de beneficencia para
los que pueden realizar un trabajo físico. Lo verdaderamente
digno de elogio es darles trabajo.

Veo a un ser humano al que considero como mi
hermano y al que amo como a tal.

Luego descubro que no es mi hermano.

Él es lo que es, y yo le abandono.

¿Quién tiene la culpa?

Sólo el que es fuerte puede perdonar.

Como el que es débil no puede castigar,
no ha lugar en absoluto la cuestión del perdón.

Quien piensa en el dolor de la humanidad
no piensa en sí mismo.

¿Cómo va a tener tiempo para ello?

Dice Nanak: «Dios habita en todo corazón humano,
y por eso todo corazón es un templo de Dios».

Si Dios habita en todos los corazones,
¿quién se atreverá a odiar a alguien?

Dice también Nanak: «Dios lo ha dispuesto todo de
tal manera que en este mundo todos formamos una
familia, y cada uno debe vivir para los demás».

Para acabar con la marginación de los intocables no
sólo hemos de tocar a los harijans, sino que además
debemos verlos como amigos y semejantes. En
otras palabras: debemos tratarlos como a nuestros
propios hermanos y hermanas.

Nadie es superior, y nadie es inferior.

El verdadero servicio a los intocables consistiría en
liberarlos del miedo y poner fin a su desesperación.

De la misma manera que un número incontable de
gotas acaban formando un mar, así también, si
somos amables, podemos llegar a ser un mar de
amabilidad.

El mundo se transformaría si cada persona en el
mundo viviera en el espíritu de mutua amistad.

Gracias a que se mantienen unidas y se mueven de
manera conjunta, millones de gotas forman el mar.

Lo mismo debería ocurrir con los seres humanos.

La grandeza de una persona reside en su corazón,
no en su cabeza, es decir, no en su intelecto.

Nadie que sea capaz de aligerar la carga de otro,
aunque sea mínimamente, carece de valor.

Tan sólo un temor deberíamos tener:
el temor a hacer algo indecente o falso.

No urjas a nadie a formular buenos propósitos; pero
si alguien lo formula después de ponderarlo libremente,
no le permitas que se vuelva atrás.

Lo contrario de la envidia es la generosidad. La
generosidad no nos permite envidiar a nadie. Por el
contrario, cuando descubrimos en alguien algo muy
valioso, nos sentimos agradecidos e incluso nos
beneficiamos de ello.

Gracias a nuestros semejantes, podemos ver e incluso
corregir nuestras debilidades.

Y si cultivamos la más alta pureza en nuestra vida
diaria, podemos confiar en que con ello prestamos
un verdadero servicio a los demás.

Quien desea complacer a todos no complace a
nadie.

Es a Dios a quien debemos complacer.

Sólo a él tenemos que alabar.

Así nos veremos libres
de todo enojo y de todo disgusto.

¿Cómo podemos complacer a Dios?

¿Cómo tenemos que alabarlo?

Sirviendo a su criatura:
el ser humano.

La vida no consiste en divertirse y pasarlo en grande,
sino en alabar a Dios, es decir, en prestar un verdadero
servicio a la humanidad.

No vivimos para divertirnos.

Vivimos para invocar al Creador
y servir a la Creación.

Si el objeto de nuestra vida es servir a la humanidad
e invocar a Dios, entonces tenemos que llevar una
vida pura y austera.

El verdadero servicio a la sociedad consiste en proporcionarle
aquello con lo que la sociedad se perfecciona
en todos sus miembros.

Pero sólo si observamos atentamente una determinada
sociedad, podremos decir de qué modo puede
mejorar.

Quien no conoce ni observa ninguna ley
no puede ser un servidor del pueblo.

Sólo quien sirve de verdad, quien da constantemente
sin esperar nada a cambio, es un buen padre de
familia.

Si damos algo, lo que demos debería ser lo mejor de
nosotros mismos.

No hay en la vida del ser humano ningún momento
en el que no pueda servir.

Uno es servidor de aquel para quien trabaja, no
de aquel a quien sólo presta su adhesión de labios
afuera.

Aceptar un servicio indeseable, que no se puede
prestar de buena gana, es una dolorosa carga.

En cierta ocasión, santa Catalina de Siena se encontraba
sin un céntimo. Tan sólo poseía la capa con
que se abrigaba, y se la dio a un mendigo que se la
pidió. Más tarde, alguien le preguntó: «¿Y cómo
vas a viajar ahora sin capa?». Y ella respondió: «La
vestidura del amor me abrigará mucho más que la
capa».

Sólo una vida puesta al servicio de los demás da
fruto.

La verdadera medida del éxito en la vida de una
persona es su capacidad para crecer en ternura y
madurez.


de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma Gandhi

* * *

PUREZA


Pureza

Nunca podrá alcanzarse nada sin esfuerzo, es decir,
sin tapa (ascesis). ¿Cómo, pues, va a ser posible la
autopurificación sin esfuerzo?

Quien es verdaderamente puro en su fuero interno
no puede ser exteriormente impuro.

Cuando el interior es puro,
el exterior también lo es.

La impureza del espíritu es más peligrosa
que la impureza del cuerpo.

A fin de cuentas, ésta es un signo de aquélla.

Poco importa nuestra pureza personal
cuando nuestros vecinos no son puros.

Lo que vale para la pureza exterior
vale igualmente para la interior.

Si nuestro vecino es interiormente impuro,
ello nos concierne también a nosotros.

Qué gran error es exigir pureza a los demás
cuando nosotros somos impuros.

Una palabra que sale de un corazón puro
nunca es una palabra inútil.

La confesión de una equivocación es como una
escoba: la escoba barre la suciedad;
no otra cosa hace la confesión.

Es muy duro reconocer un error; pero no hay otra
forma de purificarse y quedar limpio.

La enfermedad debería ser para el ser humano ocasión
de avergonzarse, pues siempre pone de manifiesto
una carencia.

Quien está totalmente sano de cuerpo y alma
no padecerá ninguna enfermedad.

También los malos pensamientos son indicio de una
enfermedad.

Evitemos, pues, también los malos pensamientos.

Un pensamiento puro es tan sutil y, a la vez, tan
poderoso que lo impregna todo.

¿Acaso sólo es impuro lo que aparece impuro a
nuestros ojos?

Nos molesta que un objeto blanco tenga una mancha
de suciedad, por pequeña que sea; en cambio,
un objeto negro puede tener toda la suciedad del
mundo, y no nos preocupa lo más mínimo.

Consideramos impuro lo negro, y puro lo blanco.

Pero lo negro, cuando está en su sitio, equivale a
virtud, del mismo modo que lo blanco, cuando no
está en su sitio, es vicio.

Dice Confucio: «En un Estado debidamente organizado,
el progreso no se mide por la riqueza. Sólo la
pureza del pueblo y de su gobernante constituyen la
verdadera riqueza de la nación».

Dios es uno y no tiene figura ni forma. Nosotros
somos su espejo. Si somos rectos y puros, él se
refleja en nosotros. Sin embargo, si somos tortuosos
e impuros, también su imagen padece esa misma
distorsión.

Nuestro deber, por consiguiente, es ser diáfanos y
puros en todos los aspectos.

La pureza no tiene necesidad de ninguna protección
exterior.

Tan sólo necesita la ayuda de Dios.

La pureza interior y la exterior, cuando van a una,
conmueven a la Divinidad.

Sólo puede ofrecer un sacrificio el que es puro,
valiente y digno.

Si borramos el encerado,
quedará claramente visible la escritura de Dios.


de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma Gandhi

* * *

SILENCIO


Silencio

Quien se encuentra frente a Dios
cara a cara,
no habla; no puede hablar.

¿Por qué caemos tan a menudo en la mentira,
ya sea por miedo o por vergüenza?

¿No sería mejor, en lugar de ello, que guardáramos
silencio o, desechando todo temor, dijéramos francamente
lo que pensamos?

Quien se ejercita en el dominio de sí mismo o
se deja absorber totalmente por el trabajo, apenas
habla.

Hablar y obrar no se compadecen fácilmente.

Fíjate en la naturaleza, que está constantemente en
acción, que nunca permanece inmóvil y, sin embargo,
guarda silencio.

A diario constato

lo importante que es el silencio.

Es importante para todos; pero para quien se deja
absorber totalmente por su trabajo, el silencio
es oro.

Cuando una persona ha convertido en costumbre no
saber lo que dice, ha llegado el momento de que se
desprenda de tal costumbre. Para lo cual ha de mantener
la boca cerrada y los labios sellados.

Día a día crece en mí el convencimiento de que con
el silencio se puede lograr todo.

Un pensamiento puro es mucho más poderoso que
un largo discurso.

Si dejáramos de hablar de cosas inútiles y habláramos
de las cosas importantes con el menor número
de palabras posible, podríamos ahorrar mucho tiempo
tanto para nosotros como para los demás.

De donde se deduce que con ello podríamos alargar
considerablemente la duración de nuestras vidas.

El silencio es el mejor discurso.

Si tienes que hablar, habla lo menos posible.

Evita, pues, utilizar dos palabras
cuando con una es suficiente.

Hablar o no hablar:
cuando es éste el dilema, el silencio debería tener
preferencia sobre la palabra.


Un sabio ha dicho que el silencio nos dispone al
conocimiento de nosotros mismos y hace que nuestra
vida exterior sea conforme con la interior.

El hombre causa mucho más daño a sus propios
intereses hablando que guardando silencio.

El silencio provocado por el miedo
no es silencio.

Cuando alguien ha perdido la paciencia, debe refugiarse
en el silencio y no hablar hasta que haya
recobrado la calma.

El ruido no puede imponerse al ruido;
el silencio, sí.

Por encima de todo, el silencio.


de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma Gandhi

* * *

sábado, 4 de junio de 2011

HUMILDAD Y SENCILLEZ


Humildad y sencillez

Quien es polvo a los pies de alguien
está cerca de Dios.

La bondad y la grandeza están en la sencillez,
no en la riqueza.

El orgullo destruye por completo al ser humano.
Lo puede constatar cualquiera en cualquier momento.

En cambio, la modestia y la humildad son provechosas
y buenas para el crecimiento de la persona.

La presunción
es la raíz de todas las dificultades.

¿Quién puede asignar un lugar más humilde
a quien ha tomado asiento en el suelo?

¿Y quién puede hacer esclavo
a quien se ha hecho esclavo de todos?

El ser humano se avergüenza cuando comete una
injusticia.

En cambio, cuando obra el bien, quiere que todos lo
sepan. ¿Por qué?

¿Puede haber mayor miseria que la de fijarnos
exclusivamente en nuestras virtudes y alabarlas ante
los demás?

Ver en los demás únicamente sus faltas es aún más
miserable que alabar los méritos propios.

Debemos prestar siempre oído a la crítica de nuestros
defectos y fallos, y nunca al elogio.

Encubrir la ignorancia significa acrecentarla.

Por el contrario, reconocerla humildemente permite
esperar que se reduzca.

Si eres verdaderamente humilde, jamás, ni siquiera
en sueños, pensarás despectivamente de quienes no
aceptan tener las mismas limitaciones que tú.

Nosotros no somos mejores que nadie:
este pensamiento rebosa verdad y humildad.


Sólo es digno de imponer un castigo
aquel cuyo juicio es infalible.

¿Y quién es así, fuera de Dios?

¿Cómo podemos superar las tinieblas del egoísmo?
Con la luz de la máxima humildad.

La luz del conocimiento jamás podrá iluminar a los
orgullosos.

A una persona sólo se la reconoce realmente
en la humildad de su espíritu.

«El hombre de Dios es complaciente y generoso
con los que padecen, y su espíritu no se ve afectado
por el orgullo».

Si Dios anima todo cuanto hacemos, ¿qué sentido
tiene entonces el orgullo?

La humildad es ineficaz
cuando es mera simulación;
y lo mismo podemos decir de la sencillez.

La sencillez no puede fingirse;
tiene que estar entretejida
en la naturaleza del ser humano.


La humildad de una persona humilde por naturaleza
es como el agua, que fluye naturalmente hacia
abajo como una bendición para el mundo.


de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma Gandhi


*

DESPRENDIMIENTO Y LIBERTAD





Desprendimiento y libertad


Según el Bhagavad-Gita, la salvación
es el desprendimiento absoluto de todo.

¿Cómo se logra el desprendimiento?

Aprendiendo a estimar por igual la alegría y la tristeza,
al amigo y al enemigo, lo mío y lo tuyo. De
este modo, «ecuanimidad» sería otra posible forma
de denominar el desprendimiento.

Todos anhelamos la salvación,
pero posiblemente no sabemos exactamente
en qué consiste.

La liberación del ciclo nacimiento-muerte
es, en cualquier caso, uno de sus significados.

Si todo nuestro tiempo pertenece a Dios, ¿cómo
podemos permitirnos desperdiciar un solo instante?

Y si pertenecemos a Dios, ¿por qué tenemos que
dedicar ni siquiera una mínima parte de nuestro ser
a perseguir los vanos placeres de esta vida?

Según algunos, el desprendimiento
es una empresa difícil y arriesgada.

Y es verdad. Pero ¿acaso lo necesario no es siempre
difícil de conseguir? Sólo con la aportación de
un constante y decidido esfuerzo se hace fácil lo
difícil.

La valentía significa ausencia de todo tipo de
miedo: miedo a la muerte, miedo al dolor físico,
miedo al hambre, miedo a las injurias, miedo al
compromiso público, miedo a los espíritus y a las
fuerzas del mal, miedo a la ira de alguien...

Estar libre de estos y otros miedos parecidos es lo
que constituye la valentía.

¿Cómo puede haber valentía
sin desprendimiento?

El miedo sólo desaparece
con la extinción del yo.

El hombre sólo se encuentra
perdiéndose a sí mismo.

La alegría de vivir consiste en deshacerse
de las preocupaciones de la existencia.

Dice el santo poeta Narasimha*:

«Un hombre de Dios no trata de liberarse del nacimiento
y la muerte; lo que anhela es nacer y otra
vez».

* Narasimha Meheta (1414-1480), autor del Pada, una serie de poemas
religiosos.

Desde este punto de vista, la salvación adquiere otro
sentido.

La fuerza interior la obtenemos
leyendo las sagradas Escrituras
pero la verdadera libertad sólo puede alcanzarse
mediante la iluminación interior.

Cuando un ser humano hace algo y después lo
lamenta, lo que demuestra es que no lo hizo con la
debida reflexión, sino sometido a alguna presión.

Una misma cosa, contemplada desde un punto de
vista, nos molesta; contemplada desde otro, nos
produce risa.

¿No sería mejor ni enfadarse ni reírse?

Quien no se deja alterar por las malas noticias
tampoco se alegra con las buenas.


Si una persona duerme bajo el cielo,
¿quién puede robarla?

Nanak yacía a la intemperie bajo el cielo, y un amable
posadero le dijo:

«Cerca de aquí hay una bonita posada. ¿Por qué no
vas allá?».

Y Nanak respondió: «Toda la tierra es mi posada, y
el cielo es su techo».

Dice Narasimha: «Decir: "yo hago esto" o "yo hago
aquello" es el colmo de la ignorancia».

La clave de la liberación está en saber percibir esta
verdad.

Los objetos sensoriales van y vienen.

Lo que hay que tener en cuenta es que, cuando
dichos objetos desaparecen nos sentimos desdichados;
pero cuando somos nosotros quienes los desechamos,
nos alegramos y nos sentimos dichosos.

Ayunar proporciona más alegría que comer.
¿Quién no ha hecho todavía esta experiencia?

Una oración de san Francisco de Asís dice:

«¡Oh, divino Señor! Al dar recibimos,
y al morir nacemos de nuevo a una vida eterna».

Dice Nanak «Todo aquello de lo que te desprendes
te pertenece; lo que conservas, en cambio, no te
pertenece».

Todo lo que tomamos se lo quitamos a otros de
la boca.

Por eso, si deseamos apropiarnos de algo, debemos
analizar si realmente lo necesitamos, y procurar
luego desear lo menos posible».

Observa el camino que sigue cada moneda
que va a parar a tu bolsillo,
y aprenderás mucho meditando en ello.

Quien piensa de acuerdo con las categorías «tuyo»
y «mío» no puede estar libre de dependencias y
ataduras.

Uno comete un robo,
otro lo encubre,
un tercero acaricia la idea.

Los tres son ladrones.

Un ser humano que se ha liberado de sus ataduras
no puede poseer nada.

No poseer significa
no atesorar nada que no necesitemos hoy.

Dalo todo y lo ganarás todo.

Consérvalo todo y lo perderás todo.

Quien es pobre por culpa de las circunstancias
no puede ser pobre por libre decisión.

Quien desea defender su integridad tiene que estar
dispuesto a perder todas sus posesiones materiales.

Cuando pensamos en otros, deberíamos dejar de
pensar únicamente en nosotros mismos.

Un hombre sabio sólo alcanza la paz
a través de la abnegación.

La renuncia que no brota del corazón
no es duradera.

Un poeta tamil dice que la vida del hombre es tan
efímera como las palabras escritas en el agua.

Deberíamos meditar constantemente sobre ello.

El desorden nunca hará buenas migas
con el desprendimiento.

Todo está correcto y en orden cuando está en su
sitio; de lo contrario, está desordenado.

Se dice que no debe emprenderse una peregrinación
a expensas de la cocina y de la casa. Pero lo cierto
es que una peregrinación sólo es posible después
de haber renunciado por completo a la cocina y a
la casa.
Una persona humano sin dependencias ni ataduras
tendrá una paciencia inagotable y en ninguna circunstancia
encontrará motivos para la ira.

Es mucho más fácil vencer a otros que vencerse a
sí mismo, pues lo primero se puede conseguir
valiéndose de medios externos, mientras que lo
segundo sólo puede lograrse con la propia fuerza de
la mente.

Enredarse en las cosas del mundo y esperar alcanzar
el conocimiento de uno mismo es tarea
imposible.

Mientras haya dependencias y ataduras, aun la
realización de un acto puro se convierte en una
maquinación.

¿Cómo puede verse libre de aprietos quien convierte
la noche en día?

¡Oh, hombre! Cuando te has desprendido realmente
de todo, tienes que acostumbrarte pacientemente
a las injurias, los insultos e incluso los ataques
físicos.

Tratar de agradar a alguien significa renunciar a la
propia libertad.

Una mujer no un ser desvalido. Jamás debería considerarse
más débil que un hombre.

Por eso, nunca debe apelar a la compasión de un
hombre ni hacerse dependiente de él.

Si alguien se somete a la autoridad, ha de saber que
ello supone pagar el precio de la libertad personal.

¿Por qué tengo que depender de nadie
en mis asuntos personales?

La servidumbre respecto del entorno
embota el espíritu del ser humano.

Quien no quiera ser esclavo de nadie
tiene que ser esclavo de Dios.

Cuando un ser humano vacía su corazón
Dios penetra en él.

La verdadera debilidad es interior,
no exterior.

Allí donde hay libertad de espíritu,
hay una indefectible fuerza interior.

La verdadera alegría está en la renuncia.

Una característica del desprendimiento consiste en
que la persona que está libre de dependencias nunca
termina el día sin haber concluido su trabajo.

Una prueba de desprendimiento es que la persona
que se va a la cama con el rama-nama en sus labios
se duerme al momento.

Sólo la experiencia enseña cuan difícil es
conseguir el estado de desprendimiento.

Sólo conoce el atractivo de la soledad
quien ha optado libremente por ella,
conoce su encanto.

Si Dios cuida de nosotros,
¿por qué vamos a abrumarnos de preocupaciones?

El que tiene miedo
está abocado al fracaso.

El ser humano está allí donde está su alma,
no allí donde se encuentra su cuerpo.


de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma Gandhi

*

PASIONES


Pasiones

Es bueno no someterse al deseo.

Una vez que se ha cedido, es muy difícil, si no
imposible, dominarse.

Quien no está en condiciones
de dominarse a sí mismo
nunca podrá verdaderamente dominar sobre otros.

Del mismo modo que está en la naturaleza del agua
fluir hacia abajo, así también el vicio arrastra hacia
abajo al ser humano y es, sin lugar a dudas, el camino
más fácil.

La virtud conduce al ser humano hacia arriba, y por
eso aparece como el camino difícil.

Dice Nanak: los sueños son la prueba de que el
alma utiliza los sentidos como instrumentos. Pero
sólo cuando el alma conserva el control sobre los
sentidos, éstos son instrumentos suyos, y el alma
madura para la unión con el Paramatma, el Alma
universal.

Multiplicar innecesariamente los deseos es pecado.

Nuestro mayor enemigo no es el extranjero ni
ningún otro.

Somos nosotros mismos, es decir, nuestra codicia
nuestro enemigo.

La avidez humana se extiende hasta las más elevadas
alturas del cielo y los más profundos abismos de
la tierra.

Por eso es preciso ponerle freno.

El alcohol hace momentáneamente insensato al ser
humano pero el orgullo lo destruye por completo,
sin que el ni siquiera se percate.

La envidia consume a quien la alienta

El que es objeto de la envidia no se ve afectado por
ella y, posiblemente, ni siquiera la percibe.

Los dolores del hambre no se calman llenando el
estomago a reventar. Sí pueden vencerse conformándose
con tomar una limitada cantidad de alimento,
como una medicina.


Es meritorio dominar la ira con amigos y parientes.

Ante los extraños tenemos que dominarnos de todos
modos. ¿Qué mérito puede haber en ello?

Cuando un ser humano da rienda suelta a su ira,
sólo se daña a sí mismo.

La experiencia diaria nos enseña esta verdad.

Sólo puede decirse que ha dominado la ira
quien no se enoja ni siquiera
cuando tiene motivos para ello.

Si el corazón sigue lleno de ira, aunque ésta no se
manifieste exteriormente, no se la ha vencido.

La verdadera victoria sobre la ira sólo se da cuando
se extirpa conscientemente de raíz.

La indigestión y otras afecciones similares no son
las únicas causas de la fiebre. También la ira puede
provocarla.

Sólo da fruto la obra que se realiza una vez que se
ha calmado la ira.


¿Con quién quieres estar furioso?

¿Contigo mismo? Puedes hacerlo cada día.

¿Con otros?

¿Por qué ha de haber un motivo para ello?
No es el ser humano
quien disfruta del placer;
es el placer el que disfruta del ser humano,
es decir, el que lo consume.

El egoísmo es un constante suplicio.

Unas palabras egoístas siempre pueden
ser consideradas poco sinceras.

Ser esclavo del miedo y del egoísmo
es la peor forma de esclavitud.

Por muy elevado que sea un empeño,
debería incluir también a las criaturas más viles.

El egoísmo y el miedo desaparecen
cuando se conoce a Dios.


de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma

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