sábado, 4 de junio de 2011

TRABAJO Y ENTREGA



Trabajo y entrega


Realmente, la tierra pertenece
a quien la trabaja.

Primero es el trabajo, y luego habrá que fijar el salario
por el trabajo realizado. Trabajar en ese sentido
significa honrar a Dios.

En cambio, cuando se exige primero el salario, se
presta un servicio a Satanás.

Entre el destino y el esfuerzo humano se libra un
combate incesante.

Esforcémonos,
y dejemos el resultado en manos de Dios.

No debemos ni dejarlo todo en manos del destino ni
aferramos a nuestro esfuerzo.

El destino seguirá su curso.

Lo único que debemos hacer es ver dónde podemos
o incluso dónde debemos intervenir, con independencia
de cuál pueda ser el resultado.

Es una lástima que sepamos realmente cuál es
nuestra obligación y no obremos en consecuencia.

Cada cual debería dar cuenta de su actitud a este
respecto.

Lo que hacemos, deberíamos hacerlo bien, o no
hacerlo en absoluto.

¿Cuándo podemos decir que hemos hecho algo lo
mejor que podíamos?

Cuando hemos puesto en ello todas nuestras fuerzas,
sin la más mínima reserva.

Por lo general, un esfuerzo semejante suele ir acompañado
por el éxito.

Pero, a decir verdad, la experiencia nos enseña que
no siempre es así.

El esfuerzo adecuado se da cuando se tiene el convencimiento
profundo de haber empleado los
medios apropiados, de modo que, aun cuando los
resultados sean negativos, no se cambian los medios
ni se reduce el esfuerzo.

Ya tengamos que recorrer uno o mil kilómetros,
el primer paso es siempre el primero,
pues no se puede dar el segundo
si antes no se ha dado el primero.

Si pensamos en lo ingente que es el trabajo que
tenemos que realizar, podríamos sufrir un ataque de
pánico y no hacer absolutamente nada.

Sin embargo, si nos ponemos a realizarlo tranquilamente,
se verá que, aunque se trate de una auténtica
montaña de trabajo, éste se irá reduciendo día a día,
y al final quedará concluido.

Un trabajo mal realizado es como un pan a medio
cocer, que sólo vale para arrojarlo a la basura.

Como un barco sin rumbo ni destino, así de inútil es
un trabajo sin un ideal.

Nanak* dice: De quien se gana el pan con el sudor
de su frente y comparte con otros lo que gana, se
puede decir que es en verdad noble y recto.

Nanak (1469-1538): fundador de la religión de los sikhs.

Si el ser humano no se viera obligado a asumir tareas
que exceden sus posibilidades, no habría lugar al
miedo.

Quien no trabaja y, sin embargo, come
es un ladrón.

¿Quién puede comer con la conciencia tranquila
mientras haya un solo ser humano que pasa hambre
por no tener trabajo?

Mientras el oro y los diamantes permanecen escondidos
en el interior de la tierra, no aprovecharán a
nadie.

El trabajo del hombre los saca a la luz y les da su
auténtico valor.

Visto así, es el trabajador quien los crea.

Del mismo modo que tengo derecho a comer y a
beber, tengo también derecho a hacer mi trabajo a
mi manera.

El pueblo sencillo es el verdadero banco para un
trabajador celoso, y ese banco nunca quiebra.


de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma Gandhi

*

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