Desprendimiento y libertad
Según el Bhagavad-Gita, la salvación
es el desprendimiento absoluto de todo.
¿Cómo se logra el desprendimiento?
Aprendiendo a estimar por igual la alegría y la tristeza,
al amigo y al enemigo, lo mío y lo tuyo. De
este modo, «ecuanimidad» sería otra posible forma
de denominar el desprendimiento.
Todos anhelamos la salvación,
pero posiblemente no sabemos exactamente
en qué consiste.
La liberación del ciclo nacimiento-muerte
es, en cualquier caso, uno de sus significados.
Si todo nuestro tiempo pertenece a Dios, ¿cómo
podemos permitirnos desperdiciar un solo instante?
Y si pertenecemos a Dios, ¿por qué tenemos que
dedicar ni siquiera una mínima parte de nuestro ser
a perseguir los vanos placeres de esta vida?
Según algunos, el desprendimiento
es una empresa difícil y arriesgada.
Y es verdad. Pero ¿acaso lo necesario no es siempre
difícil de conseguir? Sólo con la aportación de
un constante y decidido esfuerzo se hace fácil lo
difícil.
La valentía significa ausencia de todo tipo de
miedo: miedo a la muerte, miedo al dolor físico,
miedo al hambre, miedo a las injurias, miedo al
compromiso público, miedo a los espíritus y a las
fuerzas del mal, miedo a la ira de alguien...
Estar libre de estos y otros miedos parecidos es lo
que constituye la valentía.
¿Cómo puede haber valentía
sin desprendimiento?
El miedo sólo desaparece
con la extinción del yo.
El hombre sólo se encuentra
perdiéndose a sí mismo.
La alegría de vivir consiste en deshacerse
de las preocupaciones de la existencia.
Dice el santo poeta Narasimha*:
«Un hombre de Dios no trata de liberarse del nacimiento
y la muerte; lo que anhela es nacer y otra
vez».
* Narasimha Meheta (1414-1480), autor del Pada, una serie de poemas
religiosos.
Desde este punto de vista, la salvación adquiere otro
sentido.
La fuerza interior la obtenemos
leyendo las sagradas Escrituras
pero la verdadera libertad sólo puede alcanzarse
mediante la iluminación interior.
Cuando un ser humano hace algo y después lo
lamenta, lo que demuestra es que no lo hizo con la
debida reflexión, sino sometido a alguna presión.
Una misma cosa, contemplada desde un punto de
vista, nos molesta; contemplada desde otro, nos
produce risa.
¿No sería mejor ni enfadarse ni reírse?
Quien no se deja alterar por las malas noticias
tampoco se alegra con las buenas.
Si una persona duerme bajo el cielo,
¿quién puede robarla?
Nanak yacía a la intemperie bajo el cielo, y un amable
posadero le dijo:
«Cerca de aquí hay una bonita posada. ¿Por qué no
vas allá?».
Y Nanak respondió: «Toda la tierra es mi posada, y
el cielo es su techo».
Dice Narasimha: «Decir: "yo hago esto" o "yo hago
aquello" es el colmo de la ignorancia».
La clave de la liberación está en saber percibir esta
verdad.
Los objetos sensoriales van y vienen.
Lo que hay que tener en cuenta es que, cuando
dichos objetos desaparecen nos sentimos desdichados;
pero cuando somos nosotros quienes los desechamos,
nos alegramos y nos sentimos dichosos.
Ayunar proporciona más alegría que comer.
¿Quién no ha hecho todavía esta experiencia?
Una oración de san Francisco de Asís dice:
«¡Oh, divino Señor! Al dar recibimos,
y al morir nacemos de nuevo a una vida eterna».
Dice Nanak «Todo aquello de lo que te desprendes
te pertenece; lo que conservas, en cambio, no te
pertenece».
Todo lo que tomamos se lo quitamos a otros de
la boca.
Por eso, si deseamos apropiarnos de algo, debemos
analizar si realmente lo necesitamos, y procurar
luego desear lo menos posible».
Observa el camino que sigue cada moneda
que va a parar a tu bolsillo,
y aprenderás mucho meditando en ello.
Quien piensa de acuerdo con las categorías «tuyo»
y «mío» no puede estar libre de dependencias y
ataduras.
Uno comete un robo,
otro lo encubre,
un tercero acaricia la idea.
Los tres son ladrones.
Un ser humano que se ha liberado de sus ataduras
no puede poseer nada.
No poseer significa
no atesorar nada que no necesitemos hoy.
Dalo todo y lo ganarás todo.
Consérvalo todo y lo perderás todo.
Quien es pobre por culpa de las circunstancias
no puede ser pobre por libre decisión.
Quien desea defender su integridad tiene que estar
dispuesto a perder todas sus posesiones materiales.
Cuando pensamos en otros, deberíamos dejar de
pensar únicamente en nosotros mismos.
Un hombre sabio sólo alcanza la paz
a través de la abnegación.
La renuncia que no brota del corazón
no es duradera.
Un poeta tamil dice que la vida del hombre es tan
efímera como las palabras escritas en el agua.
Deberíamos meditar constantemente sobre ello.
El desorden nunca hará buenas migas
con el desprendimiento.
Todo está correcto y en orden cuando está en su
sitio; de lo contrario, está desordenado.
Se dice que no debe emprenderse una peregrinación
a expensas de la cocina y de la casa. Pero lo cierto
es que una peregrinación sólo es posible después
de haber renunciado por completo a la cocina y a
la casa.
Una persona humano sin dependencias ni ataduras
tendrá una paciencia inagotable y en ninguna circunstancia
encontrará motivos para la ira.
Es mucho más fácil vencer a otros que vencerse a
sí mismo, pues lo primero se puede conseguir
valiéndose de medios externos, mientras que lo
segundo sólo puede lograrse con la propia fuerza de
la mente.
Enredarse en las cosas del mundo y esperar alcanzar
el conocimiento de uno mismo es tarea
imposible.
Mientras haya dependencias y ataduras, aun la
realización de un acto puro se convierte en una
maquinación.
¿Cómo puede verse libre de aprietos quien convierte
la noche en día?
¡Oh, hombre! Cuando te has desprendido realmente
de todo, tienes que acostumbrarte pacientemente
a las injurias, los insultos e incluso los ataques
físicos.
Tratar de agradar a alguien significa renunciar a la
propia libertad.
Una mujer no un ser desvalido. Jamás debería considerarse
más débil que un hombre.
Por eso, nunca debe apelar a la compasión de un
hombre ni hacerse dependiente de él.
Si alguien se somete a la autoridad, ha de saber que
ello supone pagar el precio de la libertad personal.
¿Por qué tengo que depender de nadie
en mis asuntos personales?
La servidumbre respecto del entorno
embota el espíritu del ser humano.
Quien no quiera ser esclavo de nadie
tiene que ser esclavo de Dios.
Cuando un ser humano vacía su corazón
Dios penetra en él.
La verdadera debilidad es interior,
no exterior.
Allí donde hay libertad de espíritu,
hay una indefectible fuerza interior.
La verdadera alegría está en la renuncia.
Una característica del desprendimiento consiste en
que la persona que está libre de dependencias nunca
termina el día sin haber concluido su trabajo.
Una prueba de desprendimiento es que la persona
que se va a la cama con el rama-nama en sus labios
se duerme al momento.
Sólo la experiencia enseña cuan difícil es
conseguir el estado de desprendimiento.
Sólo conoce el atractivo de la soledad
quien ha optado libremente por ella,
conoce su encanto.
Si Dios cuida de nosotros,
¿por qué vamos a abrumarnos de preocupaciones?
El que tiene miedo
está abocado al fracaso.
El ser humano está allí donde está su alma,
no allí donde se encuentra su cuerpo.
de QUIEN SIGUE EL CAMINO DE LA VERDAD NO TROPIEZA
Mahatma Gandhi
*
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